Sábado. Son las seis de la mañana. La temperatura, alrededor de los 6 grados. Sales de casa. La gente te mira.¿Qué es lo que le mueve a un ser humano racional a salir al frío? ¡Y en sábado¡ Por un momento, te preguntas lo mismo. Un ser humano normal y feliz, está en su cama, junto a un cuerpo desnudo, o simplemente dormido, defendiéndose de la serranía ecuatoriana bajo sus cobijas mientras ve Dibujos Animados. O pasando el chuchaqui del sagrado san viernes. Solo te mueve tu destino. Paramea.
Pero cuando llegas, lo entiendes todo. Un colibrí pasa rápido, así te saluda. El bosque se abre frente a ti. Tu caballito de metal apenas se deja oír, avanza sigiloso, se deja guiar mansamente, si quejarse, sin reclamos del frío o la llovizna, que ahora ya es un aguacero considerable.
Ya no piensas en nada. El frío te acaricia la cara, las ramas se encargan de mojar lo que te quedaba seco, pero no importa. La actividad y la emoción de la adrenalina te permiten hasta el lujo de sentir calor. Ahora entras en la niebla, si el cielo existe debe ser muy parecido.
Bajo tus pies, el lodo pasa, llegando desde la llanta delantero a tu rostro de vez en cuando. Lo sientes, siente tu sudor, de pronto piensas que está hecho de lo mismo: tierra y agua. Escuchas el goteo de los árboles sobre la tierra.
Los pájaros escampan en las ramas, así que te quedan los sapos. Concierto en el bosque, el agua ha llegado y cae suavemente. Casi no hay gente, pocos son los locos que disfrutan del invierno tanto como volar cometas. Solo el bosque, tu caballito y vos.
Pasas sobre todos los charcos que encuentras, recuerdas tus 5 años, las veces en que no te dejaron jugar bajo la lluvia, agradeces el haber crecido sin dejar de ser niño. Para entonces, estás empapado, marrón por el lodo, agotado por pedalear en mojado; solo piensas en la felicidad del momento, tu ducha de agua caliente y una canción de Silvio.
Sales del bosque hacia la realidad, el pavimento, los autos estancados en el tráfico, y llegar a casa, que te mira y recuerda que, desde que eras pequeño, siempre fue difícil mantenerte lejos de la lluvia, los charcos y el lodo.
Pero cuando llegas, lo entiendes todo. Un colibrí pasa rápido, así te saluda. El bosque se abre frente a ti. Tu caballito de metal apenas se deja oír, avanza sigiloso, se deja guiar mansamente, si quejarse, sin reclamos del frío o la llovizna, que ahora ya es un aguacero considerable.
Ya no piensas en nada. El frío te acaricia la cara, las ramas se encargan de mojar lo que te quedaba seco, pero no importa. La actividad y la emoción de la adrenalina te permiten hasta el lujo de sentir calor. Ahora entras en la niebla, si el cielo existe debe ser muy parecido.
Bajo tus pies, el lodo pasa, llegando desde la llanta delantero a tu rostro de vez en cuando. Lo sientes, siente tu sudor, de pronto piensas que está hecho de lo mismo: tierra y agua. Escuchas el goteo de los árboles sobre la tierra.
Los pájaros escampan en las ramas, así que te quedan los sapos. Concierto en el bosque, el agua ha llegado y cae suavemente. Casi no hay gente, pocos son los locos que disfrutan del invierno tanto como volar cometas. Solo el bosque, tu caballito y vos.
Pasas sobre todos los charcos que encuentras, recuerdas tus 5 años, las veces en que no te dejaron jugar bajo la lluvia, agradeces el haber crecido sin dejar de ser niño. Para entonces, estás empapado, marrón por el lodo, agotado por pedalear en mojado; solo piensas en la felicidad del momento, tu ducha de agua caliente y una canción de Silvio.
Sales del bosque hacia la realidad, el pavimento, los autos estancados en el tráfico, y llegar a casa, que te mira y recuerda que, desde que eras pequeño, siempre fue difícil mantenerte lejos de la lluvia, los charcos y el lodo.
2 comentarios:
Existe siempre algo con lo que no concuerdo: el término caballito de acero. Simplemente no me gusta. Ahora que me muero por comprarme una buena bici. Tendré que esperar por lo menos unos meses para hacerlo...
Esperemos que sean pocos meses y no muchos meses..
Saludos.
Carajo, si pudieras verme te reirias, sí, porque las lagrimas caen por mis mejillas... Acabas de dar una descripcion de esas que me hacen temblar, de esas en las que pienso por que pierdo mi vida encerrado en una maldita lata de 5x2. Me acabas de hacer recordar la soverbia de un bosque frío, la adrenalina de una bajada escarpada, el dolor con risas y llanto de un "suelaso", la emocion de sentir la libertad, el silencio y uno mismo...
Sos grande papa
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